Crestas en ebullición rapada
Que se elevan de la ausencia
Ya creída a salvo de no ser.
Una epidemia de juguetes perdidos
Azota cabalmente toda presencia,
Entre las venas corren lobos
Que redoblan tu invocación
Con la ira hecha tufo...
Estrangula la mueca de las distancias
Con esa única telaraña,
Viste de novia, sé la que ríe
Con ecos de abajo, cúbicos:
No niegues que estuviste ahí.
Calabozo de unicornios dementes
Que duerme en tu piel,
Hostal de la última peste...
El miedo a tu lado
Nunca tendrá mayoría de edad,
Sólo errar entre muros caídos
Con liliputienses de escolta.
Nada se puede más
Que los cacareos minusválidos
De una noche difícil de empezar,
Nada cerca o lejos...
Y de pronto una chispa
En lo alto de la pradera...

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